El “murciégalo”: una cometa con historia

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por Roberto “Beto” Araújo

La razón por la cual Tell Ramis
resolvió venir a radicarse a Rivera
nunca quedó muy en claro,
aunque no son pocos los que atribuyen
que no tuvo ajeno el juicio
 llevado adelante en contra de Herrera Carbajal,
quien en abril de 1922, en plena Catedral,
le disparó a quemarropa
al Monseñor Juan Francisco Aragonés,
quien con dos plomos alojados en el vientre y uno en el hombro,
apenas salvó su vida por la providencial asistencia de un médico
que estaba en la misa aquella mañana.

Murciégalo, Bombas y Marimbos

El tema es que mas allá de la motivación de aparente enajenación mental que sostenía  la defensa en su alegato , la vinculación del reo con Tell Ramis, tendía una línea que afianzaba una teoría para nada descabezada , que vinculaba a la Masonería y con la Masonería la línea más radical del Batllismo anti clerical, con el hecho. Por eso es que según se dice, la elite de la cofradía optó por hacer desaparecer de escena a la figura del connotado artista en cuestión, el que pasó a radicarse en Rivera como agente telegrafista en un principio y después por disposición ministerial, como adjunto del ferrocarril central .

Lo demás es bastante conocido, su proficua gestión artística que hizo historia en la frontera , tanto plástica como musical, su bien ganado y merecido premio como creador del escudo de Rivera (con muchísimo simbolismo masónico es bueno recordarlo  de paso), en el mismo acto en que se le negaba a Olyntho el premio de merecido ganador como autor del Himno a Rivera, por mezquindades políticas electoreras;  deuda pendiente que tenemos todos los riverenses con el más grande de los poetas que paseara su inspiración por las arcillosas callejuelas de nuestros arrabales, pero eso es agua de otra cachimba.

Lo cierto es que obligado o no, al fin y al cabo Tell Ramis supo ganarse su lugar en este pueblo de emigrantes y en esas lides se dice que cierto atardecer de abril, cuando sentado en un banco de la plaza 1º de octubre (después Artigas), platicaba vaguedades filosóficas con don Henrique Gil, vió al cura Potico salir de la parroquia, seguido por un séquito de gurises con un marimbo en grupa rumbo a las barrancas del Cerro del Marco, y según cuenta el autor de “Memorias del Tren”, a Telo (como le decían), se le chispoteó la idea de crear una cometa que tuviese en su estructura la simbología masónica incrustada.

Así nació “El águila”, una cometa con estructura barroca, que en su esqueleto exhibe de manera exponencial la imagen del compás y la escuadra y en su litografía inicial se adornaba con un ojo que todo lo ve,  y que surcara el cielo fronterizo  por primera vez el jueves santo del año 1941, hace ahora 80 años.

Murciégalo, Bombas y Marimbos

“El aguila”, una cometa forrada con papel azabache y dorado, que al ser visto por el vulgo,  recibió el rápido bautizo popular de “murciégalo”,  así nomás”.

En balde fue el esfuerzo de “Telo” de convencer que el nombre del aparatejo habría de ser “águila” en referencia “al Fénix que nace y renace de las cenizas una y otra vez” y que hace parte de la más depurada filosofía masónica. Desde entonces por “murciégalo” se lo conoce.

Así que cada vez que, entre la bomba de la nena y el marimbo del varón, veas caracolear una “murciégalo” en un viernes santo por el cielo cobrizo de algún arrabal riverense, es justo que le difieras el respeto que su historial merece, pues tiene un bagaje histórico que nace en un nunca bien entendido ni aclarado atentado en la Catedral de la Metrópoli, y que se hizo puja en ese eterno tira y afloje entre masones y católicos,  que de una y otra forma, fueron delimitando la historia de esta tierra, donde en las quebradas de la sierra, se retuercen los caminitos de tierras coloradas, donde parece que baja en sus orillas todo el oro del sol, todo el oro del sol…

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