por Julio Brum
Durante casi sesenta años siempre me sentí un “canario” uruguayo,
muy lejos de lo que implica la palabra “gringo”.
Así me pasó y así me sentí cuando caminé la primera vez
por la 5ta Avenida en Manhattan.
Bastó una primera caminata con mi mate
por la 5ta. Avenida de Antigua, Guatemala,de sur a norte,
para cambiar radicalmente esa autopercepción.
A razón de uno por minuto, se me apersonan una mujer o un hombre de clara ascendencia maya para ofrecerme toda clase de productos. Instrumentos nativos de caña, collares, coloridos telares, semillas para las palomas, maníes y hasta baterías para celulares de recarga solar.
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Mi “gringués” me delata.
Es temporada baja de turistas y el hambre ajusta un par de agujeritos el cinturón.
Gente linda, amable, fraterna.
Antigua es ciudad colonizada por la Pepsi (casi no hay botellas y carteles de su hermana) y por autos de alta gama y 4×4 que avasallan el varias veces centenario empedrado, que hicieron los esclavos indígenas en su momento. El fuerte contraste es un informe viviente de las atroces desigualdades y ya naturalizadas de las aún venas abiertas de nuestra América Latina.
Una mamá maya, vendedora callejera de tejidos artesanales, manda a su hija con unos pocos quetzales a comprar el almuerzo.
Al rato la niña ,de no más de 9 años, regresa sonriente con dos manzanas que apenas llenan cada una de sus manos. Hoy hicieron casi cien kilómetros para venir a Antigua a pelear el pan.
Más adelante, entre los muchos que me paran para ofrecer algo, un joven impecablemente vestido me habla de un hotel. Ante mi negativa me dice: “un lujo como el señor merece, hasta tiene jacuzzi su merced”.
Cuando le agradezco amable rechazando su oferta él me insiste animosamente. Le vuelvo a decir que no, que sé muy bien que está trabajando y que respeto eso, pero no. Sus ojos se humedecen y me responde emocionado: “Gracias”.
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La abuela camina por la 5ta Avenida de Antigua con sus tres nietos ofreciendo el diario y algunos bollitos amarillos para comer. Frente a mí, el dueño del Hotel sale a comprarle el periódico y ella le comenta: ” Como molestan a una con esto del trabajo infantil. Si no vienen conmigo: ¿dónde les voy a dejar? El otro día los dejé solos y ya estaban por la calle haciendo cualquier cosa. Prefiero que estén conmigo aquí, acompañándome. Si no digo yo: ¿cuándo van a empezar a aprender lo que es trabajar? Después ya será tarde y los perdemos para siempre.
Hoy nadie cuida ya de los niños.”
Regresé caminando, pensando en tantas cosas, que ni siquiera las puedo contar.
Antigua, 21 de Setiembre de 2019




















Muy bueno el artículo sobre Antigua. Excelente enfoque!
Muy buen artículo. Conquistadores emancipados de europa en un América que sigue buscando la independencia, politica y económica.
Muy interesante
Hermoso recorrer y vivir Antigua.
Volví al resentir de sus calles empedradas, su gente , nuestros ancestros Mayas y los venidos de islas Canarias . Gracias Julio .
Excelente!!!!
Gracias por tu comentario
Realmente interesante, gracias❤
Gracias por tu comentario !