La librería del barrio

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por Karina Ruiz -Diaz



Amparada por el Complejo de Viviendas Bulevar,
casi escondida,
se encuentra la librería “Tienda 1004”.

Un rinconcito cargado de historias propias y ajenas,
podrían afirmar quienes allí concurren,
ya sea para buscar libros o simplemente para saludar
y disfrutar de una buena charla, café mediante.


Y es ese ambiente tan peculiar, el que quiso crear su propietario, el gestor cultural Eduardo Rabelino (Raviol). En diálogo con aconteceres y mientras la charla se pausaba cada vez que los vecinos pasaban y saludaban, contó que “la tiendita”, nació en el histórico Palacio Salvo. “Allí era encargado de realizar visitas guiadas por el edificio y una vez que culminaban, la gente se acercaba a una tiendita de recuerdos y libros que funcionaba justamente en el apartamento 1004, donde también tenía la oficina; pero con la llegada de la pandemia cesaron las visitas y devolví el apartamento.

Tiempo después surgió la idea de reabrir, pero en un entorno diferente y con otro objetivo, ser una librería y decidí mantener el nombre”.

¿Por qué una librería?

Por cercanía con los libros, por amor, por sentirme bien con los libros, por un gusto personal. Pero también porque el libro te acerca a la gente o la gente se acerca a vos a través de los libros, se abren”
Rabelino no era muy lector en su niñez, consumía principalmente revistas, “los libros me asustaban un poco. Después, ya en la adolescencia, comencé a leer un poco más y en el liceo me hice lector, leía mucho”.

¿Es dificil tener una librería hoy, en especial cuando se viene vaticinando el final de los libros desde hace tiempo?

Económicamente sí. En especial una de estas características, en un barrio, sin un capital atrás, no es fácil. Si bien la gente que lee sigue siendo mucha, los que no lo hacen en proporción son muchos más.
Los veteranos son los que más leen, también hay jóvenes, pero son una excepción. Se mueve mucho con regalos, mucha gente a la que le gusta la lectura regala libros, para grandes y chicos, ese es básicamente el público que pasa por acá”.

¿Se puede hablar de gustos de acuerdo a las edades?

En general no, a menos que hablemos de libros usados. Ahí te das cuenta de preferencias por autores o tipo de libros. A veces descubren libros que los llevan a algún momento de su vida, especialmente los mayores, pero no hay preferencias por edades”.

En la Tiendita se encuentran desde los últimos lanzamientos, a libros usados clásicos, todo seleccionado por Rabelino o de acuerdo a lo que los clientes le encargan. Pero ciertamente aplica el dicho “de todo como en botica”, pues se encuentran libros para todos los gustos y edades.

Frente a los libros usados cabe la pregunta: ¿has encontrado objetos dentro de los libros?

Sí. Tengo un cajón con cosas que quiero exponer, pero aún no sé como. Se encuentran fotografías, flores secas, recibos, pasajes de avión o de tren, estampitas.
A veces anoto en qué libro estaban y otras lo dejo en forma anónima, en especial cartas y cosas más íntimas. Las dedicatorias también son interesantes, pues permiten en ocasiones recomponer la historia de quién lo regaló o de quién fue homenajeado con el regalo de ese libro”.

Un sello característico de la Tiendita 1004, ha sido el encuentro con los autores. “Los llamo, les ofrezco el lugar y suelen venir, porque una librería de barrio, fuera del circuito, distinta, a veces también atrae y le gusta a la gente. Hemos tenido en este espacio desde 25 a 100 personas.
El primer autor que vino fue Gerardo Caetano, estuvo por aquí Mariano Arana, en lo que fue su última aparición pública, Alberto Silva. Pero también estuvo una vecina que había escrito un libro llamado “Mujeres”, en el que cuenta la historia de su vida y que trajo mucha gente, un fotógrafo que presentó un libro con cuentos y fotos y también convocó a varios. Son ejemplos de que no siempre tiene que ser un autor conocido”.

Haces énfasis en el hecho que la Tiendita es una librería de barrio. ¿En qué radica la diferencia con las otras librerías?.

“Te lo digo como si fuera un cliente, por lo que veo. Si voy a una librería en el shopping, por ejemplo, pregunto por un libro, el vendedor me lo da y no hablo mucho más, pues tiene otras personas para atender. Este tipo de librería es, como dijo Mario Cayota cuando estuvo acá, “como las librerías de antes, uno puede venir a conversar, a tomarse un café, a hablar de libros y otras cosas, a revisar”.
Es como un pequeño paseo, la gente viene y se sienta donde estás vos y es increíble las cosas que nacen de acá, lo que te cuenta la gente. Por eso le digo librería de barrio, en la que te sentás a conversar con el librero de literatura y de la vida y en las que básicamente tenés que sentir amor por los libros para llevarla adelante”.

¿Te arrepentiste alguna vez de haber abierto esta librería?

“No, nunca. No me da dinero, en ocasiones da pérdida, pero soy un hueso duro de roer, así que voy a seguir busando la forma para que subsista”.

Una última pregunta. ¿Para vos un libro es..?

“Es una puerta que se te abre a mundos distintos, a universos, a viajes, al corazón. El libro es una puerta que se abre y te muestra cosas que no conocías, no sabías y te hacen recorrer distintos caminos”.

Nota: Días después de esta entrevista, un grupo de vecinos de la zona se reunieron para buscar la forma de apoyar este emprendimiento, convencidos de que una librería es un aporte esencial para el barrio. Es así que crearon el grupo “Amigos de la Librería”, donde realizan un aporte económico voluntario, para evitar el cierre del local. Quienes quieran sumarse a la iniciativa, pueden buscar Tienda 1004 en las redes sociales, visitar el local en Bulevar Artigas 2480 bis o comunicarse por el cel 098758657.

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