por Profesor Mauro Barboza
Las intrépidas capitanas de piratas
Mary Read y Anne Bonny
El ambiente pirata
y las duras condiciones de vida
no parecen haber sido
las más adecuadas para las mujeres,
pero en realidad hubo destacadas capitanas piratas
ya desde las épocas romana y vikinga,
aunque nuestro objetivo de momento
es acercarnos a nuestra época y al Caribe.

Imposible no reconocer la audacia, el don de mando y la astucia de Grace O’ Malley, a quien los irlandeses han elevado al rango de heroína nacional, o las increíbles andanzas de la capitana pirata china Zheng Yi Sao, encumbrada desde su profesión inicial de prostituta y comerciante hasta convertirse en uno de los piratas más poderosos de la historia, llegando a contar con una armada de 2000 barcos, dicen, siempre en el marco de intrépidas aventuras y una agitada vida amorosa, que incluyo un romance y posterior matrimonio con su propio hijastro.
Los aficionados al cine recordarán a Zheng Yi Sao, quien inspiró a una de las principales protagonistas de la saga encabezada por Johnny Deep. Tanto O’ Malley como Zheng, merecen capítulos apartes por sus increíbles vidas y aventuras y lo mismo acontece con la montenegrina Teuta, quien puso en jaque a la armada romana, en épocas del imperio o con la princesa escandinava Alwilda, quien se convirtió en pirata allá por el Siglo XII, rechazando un matrimonio impuesto.
Al mando de una pequeña flota, puso en problemas a los mismísimos vikingos, y quiso un destino novelesco, en el cual historia y leyenda se unen, que terminara casada y completamente enamorada del hombre al que había rechazado!. Al menos eso cuentan las crónicas de época del monje latino Danorum. Una bonita historia, sin duda, que como dice el refrán: “se non e vero, e ben trovatto”. Todas estas historias merecen capítulos aparte, pero por ahora nos mantendrernos dentro del ámbito del Caribe, donde también hubo capitanas de piratas valientes y ambiciosas.
Entre estas destacaremos a dos: Mary Read y Anne Bonny. Ambas tuvieron una infancia difícil y crecieron y progresaron vistiendo y actuando como hombres en un ambiente de mar, normalmente hostil a las mujeres. Se decía que la mujeres en el mar llevaban consigo la mala suerte y que provocaban conflictos entre los hombres, lo cual se entiende fácilmente teniendo en cuenta el mucho tiempo que pasaban aislados y embarcados.
Pero tanto una como otra, se desempeñaban muy bien en el rudo papel de hombres, y había quien decía que eran las más feroces y crueles en los enfrentamientos armados.
Mary Read nació en Plymouth, Inglaterra, en 1690, hija de una madre viuda y un desconocido. Desde pequeña su madre la vistió como un varón, porque entendió, con razón, que así sobrellevaría mejor las vicisitudes de la vida.
Ya grande, Mary resolvió independizarse de su madre y se alistó como marinera en un barco de guerra británico, un puesto al que nunca habría accedido como mujer. Fue allí que Mary se enamoró de otro marino, al que reveló su verdadero género. El hombre la aceptó de buen grado y al poco tiempo se casaron y abrieron una taberna en Breda, lo que hoy es Neederland o Países Bajos. Pero este período de paz duró poco. El esposo falleció imprevistamente y la taberna quebró. Otra vez sola, Mary volvió al mar, y se embarcó con destino al Caribe.
Un destino similar fue el de Anne Bonny. Nacida, al igual que la antenior, en 1690, escapando a un matrimonio indeseado se embarcó como marinera, disfrazada de hombre.
Ambas mujeres vivieron y pelearon en el mar hasta que sus destinos se cruzaron hacia 1719 a bordo de la balandra William, al mando del capitán pirata Jack Rackham. Anne Bonny, nacida Anne Cormak, era desde un año atrás la amante de Rackham, por quién había abandonado a su marido del cual retuvo el apellido. Y cuando a comienzos del 1719 de incorporó a la tripulación Mary Read, se formó un triángulo amoroso que dió lugar a todo tipo de especulaciones, entre ellas que las mujeres tenían una relación homosexual entre sí, versión reivindicada, por ejemplo, por el movimiento gay y que dió lugar a una obra teatral premiada en Inglaterra. A la vez se dice que formaban un trío con su capitán y así vivieron un año, 1719, combatiendo y disfrutando de su vida amorosa en el mar.

Tanto Mary Read como Anne Bonny, eran dos mujeres bastante guapas para la vida que habían llevado y Mary, que no era nada recatada, tuvo por ejemplo un romance con un artesano de a bordo, un muchacho muy bien parecido, pero que en nada parecía un hombre de mar.
Un marinero, quizás envidioso, lo provocó, y se desafiaron a un combate individual. Pero Mary, sabedora de que su enamorado tenía escasas oportunidades frente a un avezado hombre de mar, acostumbrado a los abordajes y los combates cuerpo a cuerpo, asumió su defensa y se anticipó enfrentando al hombre en un combate a espadas, ¡pero que se cortó abruptamente cuando Mary extrajo un arma de fuego de entre sus ropas y le descerrajó un balazo a quemarropa! Se dió por bueno el resultado del duelo y los enamorados vivieron un tiempo más su romance.
Se dice que Mary y Anne vestían de hombres durante las acciones de combate, pero el resto del tiempo usaban ropas femeninas. Esta situación idílica de romances y aventuras se cortó en 1720, cuando la balandra William fue atacada por sorpresa por un navío británico de combate. Parece ser que Bonny y Read fueron las únicas que se opusieron realmente a sus atacantes, porque los hombres estaban demasiado alcoholizados para ofrecer resistencia. Recordemos que algo similar le había pasado a Barbanegra. Todos los piratas murieron o fueron capturados. Rackham y sus hombres fueron ahorcados poco tiempo después, pero ambas mujeres salvaron sus vidas porque estaban embarazadas, y según la ley británica, no podían ser ejecutadas quienes llevaran una criatura inocente en su vientre.

De todas formas Mary Read murió un año después, como consecuencia de unas fiebres. En cambio Anne Bonny consiguió su libertad posiblemente por influencias de gente poderosa que habían sido sus socios en el pasado o de su propio padre, aquel mismo del que había huido porque quería casarla con un respetable y aburrido hombre que no era de su gusto, pero que a todo esto se había convertido en un acaudalado terrateniente. Así fue que se estableció en la campiña inglesa donde vivió y murió pacíficamente años después, con los hijos que había tenido con Rackman, cuyo número oscila, según las diferentes versiones, pero se sabe que fueron varios y cargó sobre sus hombros toda una pesada leyenda.

Dos vidas realmente increíbles y que merecerían más de una versión cinematográfica, aunque los detalles escabrosos de la vida de ambas sin duda fueron un freno en la época en que las aventuras en el mar estaban de moda, allá por las décadas del 40 y 50, pero al mismo tiempo había una gran represión moral que se manifestaba en una fuerte censura. Pero en los últimos años, sus nombres han reaparecido en seriales, películas, series animadas, etc. y se han convertido en sendos mitos.
















