por Karina Ruiz Diaz
A los seis años visitaba la bicicletería del barrio,
apenas podía subir el alto escalón de entrada.
A los diez, comenzó a trabajar allí,
se iba del recreo de la escuela y le pagaban diez pesos por algunas tareas
y recién a los doce aprendió a andar en bicicleta.
Así nos contó Rubén Maisonnave como comenzó su amor por las bicicletas, a las que ha dedicado toda su vida, llegando a ser mecánico de la Vuelta Ciclista del Uruguay, por más de 40 años, e incluso presidir la Comisión Ciclista de Montevideo.

Nacido en Durazno, tuvo como maestro al dueño del taller, Heber Dinardi, muy vinculado al ciclismo local. Fue él quien un sábado, le presto una bici para que aprendiera a andar. “Ese día tuve varias caídas, pero aprendí, como bien dicen, “a golpes se aprende”. La emoción fue tanta que “dormí con la bicicleta al lado de mi cama y el domingo a las seis ya estaba andando de nuevo”.
Dinardi fue quién le enseñó el oficio, los secretos de la bicicleta. En 1960 intentó convertirse en ciclista, pero ese aspecto del deporte no era lo suyo.
A los 19 años decidió venirse a Montevideo, donde comenzó a trabajar en Casa Universal, hoy Motociclo, armando y centrando ruedas. Vivía en una pensión.
Posteriormente trabajó en una casa de bicicletas de Agapito Martínez, hermano de Dogomar Martínez, donde conoció a una chica que, a la fecha, es su esposa y siempre lo apoyó en su pasión por el ciclismo.

También tuvo su paso por la bicicletería Justo Lucerna, donde estuvo casi 20 años. Tanta experiencia en la reparación de bicicletas, lo llevó a montar su propio taller de reparaciones y hoy, con 74 años, aún se lo ve en su casa, rodeado de bicicletas que continúa arreglando.
Ciclismo profesional
Esto en lo que refiere a la parte mecánica, pero Maisonnave tiene otra historia, vinculada al ciclismo profesional, ya que por más de 40 años se desempeñó como mecánico de la Vuelta Ciclista Uruguaya.
Oscar Almada, poseedor de una casa de bicicletas en la Unión, lo invitó a participar de la Vuelta en el año 67 con el Club Policial y desde entonces “me enganché con el ciclismo”.
Tuvo su paso por distintos clubes, destacando que la experiencia de acompañar la vuelta durante tantos años, fue algo trascendente para él.

“Creo que antes era más lindo, más peligroso también, porque las carreteras no son como ahora, eran de tierra, había arroyos crecidos, se pasaba mucho frío, lluvia. Si había crecida en algún tramo, los ciclistas cruzaban con la bicicleta al hombro.
Era sacrificado, un desafío y el ciclista no ganaba sueldo, no se le pagaba por correr”.

Maisonnave recuerda que había momentos arriba de la moto donde uno se preguntaba “para qué habré venido, me hubiera quedado en casa, pero era una satisfacción enorme. Cuando uno llega a cada ciudad, pueblo, el entusiasmo de la gente, como vibra, es un sentimiento maravilloso”.
Tuvo también en esos años, varias salidas con la Selección Uruguaya de Ciclismo, visitando países de la región. En este sentido, una cosa que lamenta, es que Uruguay ya no se sale a competir como en los 60, 70. “No se valora el ciclismo”.
De sus días como mecánico de la vuelta, recuerda que hasta los años 90 andaban sobre las motos con una enorme caja de herramientas, pues, por ejemplo, “los días de lluvia, había que desarmar la bicicleta ya que le entraba agua. Se lavaba, engrasaba, centraban las ruedas.
Hoy la realidad es otra, las bicicletas son blindadas y los caminos son buenos, explicó Maisonnave.
Las jornadas como mecánico eran extensas, pues su labor comenzaba cuando todos se iban a descansar. Valgan para ilustrar la labor realizada, las palabras del técnico Alfredo Skrycky, quién al evaluar la tarea de Ruben Maisonnave expresó “mecánico 100 puntos, sí, cien puntos, porque decir 10 sería desmerecer lo que realmente hizo. Trabajó en todo momento, podría decir las 24 horas, no sé si habrá dormido algo.
Siempre pronto, con sus herramientas a mano, para brindarle a los ciclistas una atención mecánica, no solo especializada, sino de primera, más de lo que la más exigente delegación podría exigir. Queda sobre entendido que la delegación no pudo estar en mejores manos. A él, el agradecimiento personal y más aún, del ciclismo nacional”.

Maisonnave actuó como presidente y vice de la Comisión Ciclista de Montevideo, en distintos períodos. De ese tiempo, siente que le quedó como asignatura pendiente “realizar una carrera por Av.Centenario, desde Industria hasta Corrales por ejemplo, hay doble vía, no tiene tránsito, es perfecto para la actividad” enfatiza y no se puede negar el entusiasmo y pasión que pensar en concretarlo le provoca.
Al despedirnos una última pregunta, “se arrepiente de haber dedicado su vida a las bicicletas?”.
“No, para nada, siempre dije que el día que me muera, me tienen que enterrar con un tira rayos. La bicicleta es mi vida, es todo”.



















