Carnavales fueron los de antes

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fotos Ing. Anibal Andrade

por Eduardo Rabelino

Como si de una paradoja se tratara,
estamos en febrero y ya llegó el carnaval,
pero esta vez no habrá carnaval…

La conocida frase,
repetida infinitas veces a lo largo de todos los tiempos
por quienes comienzan a “peinar canas”,
carnavales eran los de antes,
finalmente está teniendo total vigencia en este 2021.

fotos Ing. Anibal Andrade

Si bien no es la única vez que se suspenden los festejos oficiales del carnaval en Montevideo, al menos es una novedad para este siglo XXI ya que las anteriores ocasiones fueron en el XIX y en el XX.

Según la historiadora Milita Alfaro, tanto en 1866 como en 1877, una epidemia de cólera asolaba el país, motivo por el cual los festejos no pudieron realizarse. De todas formas, la verdadera razón para la suspensión en el ’66, recaía en la agitación política que vivía nuestro país luego de los asesinatos de dos ex presidentes (el colorado Venancio Flores y el blanco Bernardo Berro), un 19 de febrero, tres días antes que comenzaran las celebraciones.

A comienzos del siglo XX la razón de la suspensión fue otra agitación política. Se enfrentaban nuevamente en una guerra civil los partidos tradicionales liderados por el presidente José Batlle y Ordoñez, perteneciente al Partido Colorado y el caudillo nacionalista Aparicio Saravia. Era 1904 y la población volvió a quedarse sin su máxima fiesta, lo que volvió a suceder en 1955. Otra epidemia, en este caso de poliomielitis, motivó la suspensión de los festejos cuando ya habían comenzado.

Para el 2021, el comunicado de prensa emitido por la comuna capitalina a fines del año pasado fue claro: “La Intendencia, dada la situación sanitaria que atraviesa el país y tras los anuncios de nuevas medidas realizados por el Poder Ejecutivo, definió suspender todas las actividades vinculadas al Carnaval.”

Reflexionando sobre este hecho insólito, se han escuchado distintas opiniones y los argumentos fundamentales giran en torno a tres temas básicos: la salud, la economía y la cultura misma.

En cuanto a la salud, no está de más decir que la alta contagiosidad que tiene el virus Covid 19, hizo que la enfermedad se haya transformado en una pandemia a nivel mundial. Si bien en Uruguay la misma estuvo parcialmente controlada por muchos meses, a partir de noviembre afectó con mayor fuerza a nuestro país, habiéndose disparado los casos confirmados de la enfermedad y perdiendo el control primario que se había obtenido.

Esos contagios llevaron a decir al Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), que “en noviembre pasamos a la fase de crecimiento exponencial”. “Uruguay está transitando su primera ola de contagios” y “más del 99% de la población es susceptible” a los mismos.

Teniendo en cuenta la situación y aunque puede ser contradictorio con lo que pasa en otras áreas, sabiendo que el carnaval es una celebración colectiva que reúne a decenas, cientos y miles de personas durante largas horas en un mismo espacio, y como la vacuna no estará disponible por un tiempo, quedaría justificado que se hayan suspendido los festejos oficiales en la capital y en otros departamentos.

Sin embargo, si nuestra mirada se enfocara únicamente en la situación económica, el panorama cambia y alienta a la idea de que el carnaval debería haber encontrado la forma de seguir adelante,  pues son muchas las familias que dependen de estos festejos para enfrentar el día a día. Según fuentes de DAECPU, “son 40 mil personas que trabajan” vinculadas a la temporada del carnaval. Solo para hacernos una idea, además de los aproximadamente 5.000 artistas que hubieran participado este año, están aquellas personas que tienen que ver con los vestuarios de cada grupo y quienes venden o fabrican los insumos para eso, están los maquilladores y sus proveedores, los escenógrafos, la infinidad de técnicos que posibilitan la realización de los espectáculos, los transportistas, los vendedores que participan en los desfiles, corsos, tablados o Teatro de Verano, incluyendo los trabajadores de las plazas de comidas y sus proveedores… Así la lista puede seguir hasta pasar por los más insólitos oficios o negocios vinculados a la realización de la Fiesta.

En esta situación, las personas vinculadas al carnaval todavía están pensando soluciones para esta realidad, ya que este receso se suma al problema económico que muchos vienen afrontando desde hace ya 11 meses. Difícil situación para una porción grande de la población que se quedó sin el sustento económico que les permitía subsistir el resto del año.

fotos Ing. Anibal Andrade

Finalmente, tendríamos que mirar la situación desde la pura expresión cultural. Las fiestas del Carnaval son un patrimonio de este país y como todo patrimonio, surge de la gente, nace y vive por ella y por eso esta tradición no puede caducar únicamente por una resolución administrativa.

El Carnaval es un patrimonio, más allá del Concurso Oficial de Agrupaciones. El carnaval no es únicamente los 45 grupos que concursan en el Teatro de Verano entre enero y marzo, ni son las 40 comparsas que desfilan por Isla de Flores cada febrero, es una tradición arraigada en la gente y son miles los que se convocan para celebrarla. En Montevideo, por supuesto que todo eso es carnaval, pero la Fiesta (con mayúsculas), es mucho más.

La Fiesta también son los corsos, es la alegría compartida en los tablados, es reunirse frente al televisor para ver el concurso, o escucharlo por la radio o ver cada día las publicaciones de los distintos medios.

La Fiesta es hablar del carnaval durante el día y seguir hablando durante la noche. Es ir a los ensayos en la previa o es ver pasar un camión o una “bañadera” con caras pintadas por cualquier calle o avenida durante febrero. La Fiesta es disfrazarse y podría ser tirar agua o papelitos. La Fiesta es “Cachila” y es “Catusa”. La Fiesta es romper con lo establecido, buscar la forma de burlarse de la realidad o es cantar, bailar y reírse sin ningún motivo.

Ya no hay serpentinas y ya no hay “asaltos” como en la época de mis padres, ya no hay máscaras ni mascaritas (curiosamente en tiempos de mascarillas), ya no hay bailes de carnaval… pero hay otras cosas que se pueden hacer para celebrar una fiesta que atraviesa la historia desde hace muchos siglos.

fotos Ing. Anibal Andrade

Aunque para muchos estas fechas solo sirven para pasar unos cuantos días de descanso en la playa, en todos nosotros sigue estando la responsabilidad del rescate de la Fiesta, del patrimonio que esa fiesta significa por la carga de emotividad que guarda en cada uno de los que la disfrutaron.

Entonces, aunque este año no tengamos carnaval, si te digo que es carnaval… “apretá el pomo y empezá a mojar”.

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