Podemos decir que Eduardo Mayans
es un artista desde la cuna.
Desde muy chiquito se vinculó al dibujo gracias a su padre,
y a lo largo de su vida continuó explorando y creando.
Hoy reside en España,
pero su trabajo continúa reflejando sus raíces orientales.
En esta oportunidad, aconteceres comparte
algunas de sus obras dedicadas al Candombe,
así como una reseña personal que nos envía,
buscando responder algunas de nuestras preguntas
sobre sus inicios y el por qué de esta serie,
creada al ritmo del chico, repique y piano.

“Inicié mis andaduras con el lápiz bajo el brazo desde muy chiquito, junto al tablero de dibujo de mi padre. Él trabajaba en casa como dibujante, caricaturista, historietista, diseñador gráfico y maquetista y yo lo miraba fascinado. En aquel entonces era impensable la edición digital y los tiempos de producción, las técnicas y los procesos que llevaban a puerto a una ilustración o a una publicación eran puramente artesanales y algo más lentos de lo que son hoy en día. La maquetación de una página, por ejemplo, era algo que pasaba por llevarle los textos a la fotomecánica para que los tipearan, les dieran formato (tipo de letra, interletrado, interlineado, etc.) y que te los entregaran en un rollito de papel fotográfico para luego cortar y pegar, literalmente, los bloques de texto en una cartulina surcada con líneas azules que marcaban los tamaños de las cajas, la ubicación de los titulares y alguna anotación que otra al margen, para la empresa que filmaba los fotolitos o la imprenta.
Los logotipos también se dibujaban a mano, se trazaban con tiralíneas y se coloreaban con gouache (témperas) ya que daban colores plenos y opacos.
Con las ilustraciones pasaba más de lo mismo. El proceso arrancaba con el concepto, los primeros bocetos y planteos, el coloreado con gouache, acuarela o ecoline y el trazado a tinta china con pluma o pincel. Si en la editorial indicaban cambios para hacer, había que remontar el dibujo desde cero o en partes sobre el original que ya había (los ilustradores más veteranos ya saben de qué estoy hablando).

Esa fue la mejor escuela que pude tener. Mis padres me apoyaron muchísimo y pude experimentar con todas esas técnicas y materiales a muy temprana edad. Mi padre me daba alas y nunca me “marcó” una manera de trabajar, dejaba que me enfrentara a las técnicas y los materiales, que los descubriera solo, que viera que se podía hacer y que no para resolver los dibujos por la vía del ensayo y error y ensuciarme mucho las manos de pintura (aunque me largaba algún “pique” práctico de vez en cuando). La curiosidad, el interés por cosas nuevas y todos los cambios que se produjeron después en el mundo de la edición, me fueron forjando a base de trabajo y trabajo. Por eso suelo decir que soy autodidacta, aunque le debo todo a mi padre. Creo que el mejor Maestro es aquel que te enseña sin que lo notes y el que te guía en la búsqueda sin darte las respuestas.
Tuve la suerte de poder publicar mis trabajos también a temprana edad en el suplemento infantil del diario “El Día” (El Día de los niños), en el diario “Le Journal” de la Alianza Francesa, en un suplemento infantil para colorear de Últimas Noticias (que publicaba mi viejo) y pude conocer, de la mano de mi padre, a dibujantes y editores. Por aquel entonces, en la década de los 80, se vivía un ambiente en las editoriales de muchísima creatividad. El regreso de la Democracia, muchas cosas por decir que habían quedado atragantadas tras los oscuros años de la dictadura. La redacción de Guambia era un hervidero y pude vivir todo eso. Me inscribí en la Escuela Nacional de Bellas Artes y cursé tres años que me permitieron abrirme a más técnicas y conocer Historia del Arte.

Descubrí el digital en el 92, cuando me vine para Barcelona y caí a trabajar en un proyecto del diseñador Javier Mariscal en conjunto con una empresa de infografía y un estudio de dibujos animados. Me sentía como un niño al que le regalan un pase libre y lo dejan solo en Disneylandia. Finalizado ese proyecto, continué trabajando en el estudio de animación, esta vez de la mano de Víctor Luna, un tremendo dibujante catalán de la generación de la revista El Papus, que me enseñó a animar de la misma manera que mi viejo: por ensayo y error.

Mi contacto con el candombe fue tardío, allá por la crisis del 2002. Vinieron cientos de uruguayos con sus familias y sus tambores. Salían toques con mate y termo bajo el brazo y compartíamos candombes y atardeceres en el puerto de Vilanova i la Geltrú (donde resido). Formamos una asociación cultural, la Associació Candombe y nos empezamos a juntar con otras asociaciones de uruguayos. La cosa fue creciendo y llegábamos a formar grandes cuerdas de tambores difundiendo nuestra cultura por distintos rincones de Catalunya, llegando incluso hasta Suiza.


Mi obra dedicada al Candombe nació de esos toques. Me fascinaban los rostros, las manos, los ritmos, y como no podía dibujar y tocar el tambor al mismo tiempo, me traía todas esas impresiones a casa y tiraba líneas como loco sobre el papel, tratando de dejar en esos trazos todo aquello que había vivido. El movimiento de los tocadores de tambores que dibujo creo que me viene como resultado de mi experiencia vivida en el dibujo animado.

En el 2012 regresé a Montevideo, conocí a mi actual esposa y los caminos de la vida me llevaron a trabajar en algo que aprendí a hacer en Alemania, donde iba a trabajar cada 15 días: la rotulación y la cartelería. Unos años después entré al taller de desnudo de Cléver Lara y allí retomé mi camino en el dibujo.

Desaprendí cosas, aprendí nuevas, y tuve la suerte de compartir muchas conversaciones y un taller de serigrafía artística con el maestro Luís Scotti. Regresamos a Vilanova i la Geltrú en 2018 y este año, la cuarentena por el coronavirus nos recluyó en casa desde abril a junio, tiempo que pude aprovechar para armar un pequeño taller de serigrafía y darle forma a este proyecto con el que estoy explorando la cultura uruguaya y catalana en serigrafía.

Ahora mezclo tanto herramientas digitales como analógicas. Aunque prefiero llamarlas simplemente “herramientas”.















