Isla Gorriti

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por Karina Ruiz Diaz

Quien haya pasado por Punta del Este,
no puede dejar de notar
la isla que se vislumbra frente a su puerto,
pareciendo tan cercana y distante a la vez.

Se trata de la Isla Gorriti,
una superficie de 22 hás aproximadamente,
lugar que alberga rastros de la historia de nuestro país,
así como vegetación nativa
y unas playas de ensueño.

Si bien no parece demasiado imponente a la distancia, al acercarse en barco (viaje que no dura más de 15´), comienza a sentirse majestuosa. La vegetación atrapa los sentidos y a pesar de la cercanía del balneario esteño, da la sensación de encontrarse sola en medio del mar.

Situada en donde confluyen el Río de la Plata y el Océano Atlántico, fue descubierta el 2 de febrero de 1516 por Juan Díaz de Solís, quien la llamó “Nuestra Señora de la Candelaria”. Posteriormente su nombre se cambió por el actual, en memoria del ex comandante militar de Montevideo, capitán Francisco Gorriti, quién permaneció preso en la isla de 1751 a 1753.

La isla tiene una rica biodiversidad. Si bien a fines del siglo XIX, se plantaron pinos, eucaliptus, acacias y tammarix, al resguardo de las dunas, aún persisten zonas con especies nativas del monte original, adaptado a la arena.

En los extremos de la isla se encuentra las Baterías, reductos históricos que conservan cañones y parapetos de piedra, que formaban parte del corredor fortificado de la Bahía de Maldonado.

Caminando por el centro de la isla, se pueden ver los restos de los polvorines, construcciones de 1762. Eran semi subterráneos, con paredes de piedra y techo abovedado de ladrillo. Se ubicaban por lo menos de 200 metros de los baluartes, para evitar que los bombardeos y explosiones afectaran las guarniciones militares.

También se mantiene el área que ofició de Cementerio, pues desde su descubrimiento, la isla se utilizaba para enterrar a los marineros que morían en altamar. Con la llegada de la Real Compañía Marítima, cuyos operarios eran todos de religión anglicana, se oficializó un cementerio destinado a los no católicos, al que se conoció como Cementerio de los Ingleses.

Estaba rodeado de piedras y cuenta la tradición, que las dos palmeras que aún se pueden ver, enmarcaban la entrada.
Debido a incidentes internacionales, en 1892, todas las sepulturas fueron trasladadas por orden de la autoridad local al cementerio de la ciudad de Maldonado.

Finalmente hay que destacar las playas que se encuentran del otro lado de la isla, no siendo visibles desde la costa, Punta Rocas, Punta Perdida y Playa Honda, esta última siendo la más idílica del lugar.

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