Amar el trabajo que uno desempeña en forma cotidiana es algo maravilloso,
que ese trabajo sea recorrer los pisos y rincones del Palacio Salvo,
contando su historia, mitos y leyendas, es de un valor incalculable.
Así lo entiende también Daniel Elissalde,
Licenciado en Ciencias de la Comunicación,
autor del libro “Historias del Palacio Salvo”,
junto a su esposa, la docente Mariela García y guía en las visitas que,
tres veces a la semana, se realizan en este edificio icónico,
atrayendo no solo a turistas, sino a uruguayos de todos los rincones del país,
que sienten al Salvo como parte de su identidad.

En diálogo con aconteceres, Daniel contó que todo comenzó con la atracción que tanto él como su esposa, sentían por el edificio. “Hace como 14 años se nos ocurrió investigar para hacer un artículo sobre el significado del Palacio Salvo como símbolo de la ciudad. Hicimos el artículo, lo publicamos en la revista Relaciones y después decidimos seguir indagando. Fue un proceso que nos llevó mucho tiempo, pues no podíamos dedicarnos a full. Finalmente lo hicimos, lo publicamos nosotros y se vendió muy bien. Cuando agotamos los ejemplares le propusimos a una editorial realizar una segunda edición, a la que agregamos cosas nuevas y ahora se encuentra a la venta en todas las librerías”.
El proceso para la elaboración del libro implicó consultas a los archivos en la Biblioteca Nacional, cuestiones de la época y posteriormente entrevistas a los vecinos. “Había un señor que trabajó casi cuarenta años acá, Américo Bello, también un profesor de historia, Abelardo García Viera, que vivió acá muchos años, ambos aportaron información valiosa.
Con todo fuimos haciendo primero la historia del edificio, de la familia que lo construyó, que es interesante conocerla, del arquitecto, de la plaza y de lo que significaba como símbolo. Las distintas visiones del Palacio Salvo a lo largo de la historia.
El vitró, el teatro del subsuelo, el mirador, el vigía, son muchas historias, no terminábamos nunca, por lo que decidimos poner punto final y finalmente lo presentamos en 2013”, recordó Daniel.
Cabe destacar que este libro hace una recopilación de datos aislados y en muchos casos desconocidos, que de otra forma se habrían perdido. “Quisimos documentar, revindicar y de alguna forma dejarlas como legado”, explica.
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“En 2014 propusimos al directorio del edificio hacer visitas guiadas, algo que no había. Hasta entonces para entrar tenías que tener un conocido, de lo contrario era imposible. Había vecinos que no querían tener gente de fuera circulando por el edificio, pero finalmente accedieron. Aclaro que yo no soy guía, no tengo un speech, pero siempre aprendo cosas nuevas que voy incorporando, lo que me permite responder a las interrogantes más variadas”.
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La convocatoria para las visitas se realizó vía Facebook y fue un éxito. “Hay que tener en cuenta que el tema convoca, es un símbolo, forma parte de nuestra identidad y siempre fue un enigma. Imaginar la vista desde allí, la vida, el misterio que siempre envolvió a este edificio, cuya silueta era lo primero que veían las personas que llegaban por barco”.
Hay distintas miradas sobre el Salvo, “una cosa es la mirada del turista, otra la de quién pasa y lo ve como un referente histórico, la del vecino que vive acá, la de quién trabaja. Yo sigo teniendo la misma fascinación que antes, he ido descubriendo más historias, más detalles y en ocasiones, cuando venían uruguayos a las visitas, algunos me contaban, por ejemplo, que su tío había sido dueño del hotel del tercer piso, aportando datos que antes no teníamos.
Entonces sí, a mí me sigue fascinando esta dinámica especial de un edificio patrimonial, histórico, que es a la vez un edificio habitado”.

Por supuesto le preguntamos sobre el fantasma del piso 7, una historia que suele contar cuando la piden expresamente o si los miembros del grupo son niños o jóvenes. “No sé si existe o no, pero a propósito de ello, recuerdo que un día de mucha lluvia no se podía salir a la terraza abierta, entonces decidí contar la historia en el mismo piso 7. Mientras hablaba, un viento muy fuerte abrió una de las ventanas, quedando muy cerca de mi cara, en ese momento me dije nunca más la cuento (risas)”.
Dado que hace varios años que realizas estas visitas guiadas, alguna vez te planteaste dejar de hacerlas?
“Pensé que en algún momento me aburriría pero no, al contrario, incluso en un momento en que las cosas estuvieron complicadas y pensé que se acabarían, solo pensar en irme me dolía. Todo se arregló y yo sigo contento, me copo y logro que a la gente le guste también, creo que les transmito mi entusiasmo”.

Entusiasmo que se ve reforzado por pequeñas cosas, como por ejemplo el haber visto el edificio iluminado. “Yo vivo a cuatro cuadras da acá, en un edificio alto, y una de las ventanas da al Salvo, es como un cuadro. Recuerdo que una noche entré a esa pieza y al mirar hacia la ventana lo vi iluminado, impresionante lo que sentí”.
Y a la fascinación por el edificio le agrega el hecho de tratar de mirarlo siempre con los ojos del turista, descubriendo y valorando pequeños detalles.
Ya sobre el final y luego de apreciar la vista de la rambla y zona portuaria desde la terraza abierta del edificio, Elissalde concuerda con nuestra apreciación: “no hay mejor oficina que la que tengo”, mientras finaliza la visita con más datos y un genuino entusiasmo.
Las visitas guiadas se realizan los días martes, jueves y sábados, en los horarios 15.00, 16.00, 17.00 y 18.00. Se pueden coordinar a través del 098 456 370 o a través de la página de Facebook “Visitas guiadas al Palacio Salvo”.













