por Julio Brum
Solemos pensar
que las asociaciones extrañas de ideas
son inusuales o esporádicas.
Sin embargo no lo son
y en realidad a menudo cambian el mundo.
Para bien o para mal,
pero lo cambian
ya que nos permiten imaginar
y comprender nuevas realidades.
Vivenciar y descubrir Galápagos
es bucear en una fuente continua de sensaciones
y de asociaciones de ideas sobre cómo fue,
como es y cómo podría ser nuestra tierra.
Uno puede aquí inspirarse para empezar a soñar
y creer en la esperanza de salvación del planeta.

Allí hoy el plástico es casi una excepción, un lugar donde los habitantes y el estado se esfuerzan por bien tratar a la fauna y a la flora, llegando casi a la veneración.
“Niña no puedes llevarte ese caracol porque pertenece a la playa” , la frase de una mamá a su pequeña hija, resonó entre las cristalinas olas del manso atardecer en Playa de la Estación Científica Charles Darwin.
Algunos kilómetros más al oeste de Puerto Ayora, voluntarias y voluntarios caminan incansables señalando amablemente a quienes disfrutan de la paradisíaca playa de Tortuga Bay, que no deben colgar mochilas o toallas en el impresionante manglar que la bordea, al mismo tiempo que regala su sabrosa sombra a los bañistas.
Respetemos el manglar señoras y señores.

En 1546 en aquel mar misterioso y desconocido para los conquistadores, las islas aparecían y desaparecían por como por arte de magia frente a los ojos del Capitán Diego de Rivandeira.
Las fuertes corrientes y la densa niebla hacían que fuera muy difícil ubicarse para navegarlas y las 19 islas del archipiélago jugaban a las escondidas frente a sus ojos.
Quizás por eso le vino a la mente asociar con la idea de “Islas Encantadas” a las islas Galápagos, imagen que se vería luego reforzada positivamente ante las maravillas de paisajes, flora, fauna y volcanes que irían cautivando tanto a aquellos navegantes llegados desde el lejano occidente en sus barcos primitivos, como a quienes ya entrado el Siglo XXI, llegamos al Aeropuerto Ecológico de Baltra con el snorkel y el asombro en la mano.

En 1570, el cartógrafo Abraham Ortelius en su atlas mundial, les dió el nombre de “Insulae de los Galápagos”, inspirándose para nombrarlas en la forma de los caparazones de las tortugas, que remitía a la forma de las sillas de montar inglesas, conocidas también como “galápagos” en español.
Las islas fueron en 1832 rebautizadas oficialmente como “el Archipiélago del Ecuador”, pero el común de la gente siguió empecinada en seguir la asociación con las sillas de montar y el encanto de las pacíficas y longevas tortugas .

Cuando Darwin comenzó sembrar la idea de la evolución con sus primeros intentos de estudios serios sobre la fauna y flora de las islas, éstos fueron frenados durante tres años por la iglesia.
Fue gracias a los Cucuves de Galápagos, esos sinsontes reyes del canto, que se dio el primer paso para pensar nuevos mundos con su teoría de la evolución.
El notó que las tortugas tenían características que les permitían adaptarse a vivir en las diferentes exigencias que les planteaban cada una de las islas del archipiélago.

Quienes crecimos en un mundo donde se fumaba en los aviones y en las oficinas de trabajo, nunca imaginamos lo bien que se sentía vivir los espacios públicos libres de tabaco.
Vivenciar hoy Galápagos, puede estimularnos a pensar la extraña idea de vivir un mundo sin plástico y sin invasiones sonoras estridentes en las playas, donde la fauna nos percibe como humanos sensibles y pacíficos.
Galápagos hoy sigue ahí, como testigo de la alegría con la que debemos luchar por otros mundos posibles.




















Qué maravilloso espectáculo ! Asombra saber son islas paradisíacas libres de tantas contaminaciones y que tanto fauna y flora sobrevivan. Agradecida siempre con lo que comparten .
El relato de Galápagos me deja un sabor a esperanza, me remonta a épocas muy antiguas.
Coincidentemente también en Guatemala ( el otro artículo de Julio), el pueblo San Pedro de la Laguna es destacado por ser ecológico y libre de plásticos. Su población se esmera por mantenerlo limpio .
Hay esperanza.💜
Tenía referencia de esas islas por comentarios de una amiga que las visitó y por un libro que leí en la adolescencia y hablaba de sus encantadores frailecillos.
El artículo me resultó muy disfrutable y bien escrito.
Gracias!!
Gracias por tus comentarios Maria