La palabra como protagonista

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por Karina Ruiz-Diaz


Profesor de Literatura, escritor, coordinador de talleres literarios,
son algunas de las actividades que definen
la extensa y rica trayectoria de Lauro Marauda.



En diálogo con aconteceres, más que una entrevista, una charla amena y enriquecedora, Lauro contó que su vínculo con las palabras comenzó en la infancia. “En mi casa había una biblioteca, como en tantas y mis padres eran muy lectores, de hecho mi padre era actor de teatro, tenía que leer necesariamente para sus papeles.
También tuve buenas maestras, en la escuela nos prestaban libros los viernes para devolver el lunes y desde chico adquirí el hábito, afortunadamente, de esa maravilla llamada lectura, y desde entonces no paré.

Puedo imaginarme sin crear por un tiempo mis propios textos, pero no puedo imaginarme sin leer, he leído toda mi vida y es una de mis grandes alegrías”.
Algunos de los escritores que lo marcaron fueron Dostoievski, Kafka, Clarice Lispector, “cantidad de autores que son jalones de una formación que fue caótica al comienzo, pero que luego, al estudiar Literatura, se hizo más ordenada, más sistemática”, explica.

Y es que a su juicio, el gusto por la lectura es la base de todo. La base de su taller literario Ruben D´Alba y la de Quipus, (el nombre refiere a la forma de alfabeto más antigua de América, usada por los Incas para llevar la contabilidad y enviar mensajes),  ese centro de formación en talleres que coordina con Carmen Galusso y Lía Schenck, cuyo trabajo recibió el Premio Morosoli”.

Carmen Galusso, Mauro Marauda, Lía Schenck


Marauda recordó que los talleres literarios surgieron en tiempos complejos, durante la dictadura, época en que las reuniones no eran bien vistas. “Al principio fueron pocos, pero en determinado momento fueron varios y de distinta calidad; gente que sabía mucho, maestros, profesores, personas con cierta formación en la enseñanza y otros que lo utilizaban como forma de ganar dinero y no sabían o no lo llevaban bien, poniendo en juego la calidad del taller.

Fue entonces que se me ocurrió crear un centro donde se enseñara a realizar bien la forma taller, cuidando todo lo que hay que cuidar en ese ámbito, o sea, el vínculo entre los participantes, la parte teórica, la práctica, el desarrollo como grupo, donde se generan roles diferenciados, diversos aspectos de sicología social que también hay que contemplar.

En Quipus, creamos un programa con docentes muy calificadas, con mucha experiencia en distintos tipos de taller y le dimos forma, para ser punto de referencia para quienes quieran ser animadores a la lectura o coordinadores de talleres. Llevamos ya varias generaciones de egresados, más de doce, en todo el país y en algunos departamentos los únicos talleres que hay, son los implementados por sus egresados”.

Marauda destaca asimismo las distintas experiencias que se han realizado, por ejemplo, con personas de la tercera edad y talleres literarios con gente en situación de calle. “Era algo que parecía increíble, pero se realizó más de uno. Gente que está como una isla en la ciudad, a la que nadie conoce ni se acerca, pero que se juntan en torno a un texto y de esa forma, se logra que se sientan ciudadanos, parte de un país, de un colectivo.
La literatura en este caso sirve de puente y esa es la parte que más nos interesa, no solo como experiencia estética, sino como comunicación”.

Prof. Lauro Marauda


La formación del taller literario es informal, eso hace que la dinámica sea diferente y, si se quiere, más enriquecedora. “Son espacios de libertad y respeto, donde no se excluye a nadie y prima la libertad, porque sin libertad para expresarse y crear, no tiene sentido el taller, y de respeto y conocimiento del otro, lo que en definitiva nos termina mostrando que no somos tan diferentes.


En un aula el conocimiento lo imparte el docente, es una relación de verticalidad, en cambio en un taller prima la horizontalidad. Las opiniones de todos son valiosas y se apoyan o no, pero todo se hace en un clima de libertad y respeto. Son esencialmente espacios democráticos”, subraya.

Pero en estos tiempos de confinamiento, la actividad de los talleres, unos 130 funcionando a lo largo y ancho del país, debió suspenderse. No obstante, las palabras encontraron otro camino para expresarse, a través de las redes, en talleres virtuales y coordinando actividades que estarán concretándose una vez pasada la pandemia.
En tal sentido, los talleres Ruben D´Alba y Arturo Piñón, de Colonia, decidieron hacer un libro colectivo, como forma creativa de respuesta a la muerte y la enfermedad. De alguna forma, enfrentar el miedo a la mortalidad, recurriendo a la inmortalidad de la palabra.

“Nada mejor que crear algo que nos una, nos dé esperanza y nos saque un poco de las circunstancias sombrías que se ciernen sobre nosotros. Entonces estamos haciendo un libro objeto, el que en algún momento, cuando esto pase, presentaremos, pues no queremos hacerlo virtual.
Este libro ha recibido colaboraciones de 105 autores que han pasado por los talleres, poemas, cuentos, hasta algún texto con humor, pues la gente no se resigna frente a la adversidad. Priorizamos la participación, buscando mantener la cohesión de las personas, pese a la separación física. Estamos muy felices de mantener y profundizar un proyecto colectivo en estos tiempos, uno recuerda a García Márquez, “El amor en los tiempos del cólera”, que en este caso sería del coronavirus, pero que es amor, amor a la palabra, a los demás, amor fraterno.

Y es así que queda en evidencia la fuerza de la palabra, “la palabra en algunos casos es determinante, crea realidades, crea vínculos y se carga del significado que le da la persona, está cargada de connotaciones”, concluye.

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