El arte y el ajedrez

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por Prof. Mauro Barboza

El Ajedrez: ¿juego, deporte, ciencia, arte o Instrumento?

Podríamos hacer la típica “torta”
y dividirla en cinco fragmentos iguales,
representando las distintas opiniones sobre el ajedrez.
Es fácil vincularlo al juego y al deporte,
pero también existen argumentos
para relacionarlo con la ciencia y el arte,
e inclusive verlo como un instrumento.

Como tal (como instrumento), se maneja hoy en muchos ámbitos docentes en los cuales se enfatizan sus propiedades educativas y forjadoras de la personalidad. Todas las posiciones son válidas, pero aquí vamos a enfatizar un aspecto: la relación entre el ajedrez y el arte.
Para comenzar esta serie de notas sobre dicha relación, nada mejor que referirme a un extraordinario artista, de hecho uno de los grandes revulsivos de la vanguardia del siglo XX, el gran Marcel Duchamp.

Es notorio que el principal torneo de ajedrez internacional que se disputa en Uruguay es el Marcel Duchamp, que reúne maestros de varias nacionalidades y que este año conoció su quinta edición, siempre en los amplios salones de la Intendencia Municipal de Montevideo.

Muchos tendrán una acabada idea de quien fue Marcel Duchamp, pero otros no. El dadaísmo, el pop-art, el ready-made e incluso el futurismo, se disputan la génesis de su original obra.

La fuente – Marcel Duchamp – NY 1917

En 1917 envió a la exposición anual del Salón de Artistas Independientes de Nueva York una obra consistente en… ¡un orinal!

El exclusivo propósito era escandalizar y desacralizar el arte como reducto de unos pocos elegidos.

Sostenía Duchamp que un objeto cotidiano cualquiera, podía ser considerado una obra de arte según el objetivo, la situación y, sobre todo, la intención del autor. Por supuesto que consiguió su propósito, su “obra” fue expulsada de la exposición, pero sentó nuevas bases para el arte moderno. El dadaísmo y el pop-art bebieron de la misma “fuente”.

Y ésta es la famosa “Fuente”, el orinal de Marcel Duchamp, que según una encuesta realizada entre cientos de críticos de arte, es “la obra plástica más influyente del Siglo XX”, lo cual la coloca sobre las obras de Picasso, Dalí, Wharhol, etc.

Para muchos (me incluyo), un despropósito, pero lo que se valora es el concepto, la desacralización del arte, la valoración de los objetos cotidianos, la ironía y el humor al servicio de un “concepto”, que es la idea predominante actualmente en el mundo del arte, muy por encima del tradicional figurativismo o mímesis.

Desnudo bajando la escalera – Marcel Duchamp








Aunque quizás su obra más lograda, más allá del humor y la ironía, es “Desnudo descendiendo una escalera”, en la cual realiza un intento inédito por agregar movimiento a un arte naturalmente estático, como la pintura.

En esta obra lo plástico como tal y el concepto, se unen para crear una obra absolutamente genial.

Duchamp incursionó en la pintura, la escultura, el cine y el ajedrez, entendido también como un arte. Fue un avezado jugador, con un nivel equivalente a un Gran Maestro Internacional de la actualidad.



Integró cuatro veces el equipo olímpico francés y logró victorias ante jugadores de primer nivel como Colle y Koltanowski y tablas con el campeón de Estados Unidos Frank Marshall (para los ajedrecistas el creador del archifamoso gambito que lleva su nombre), y con otro de los grandes, Sally Tartakower. En sus épocas difíciles, económicamente hablando, que no fueron pocas, porque se negaba a permitir la mercantilización de su propia obra, solía concurrir a los parques públicos y jugar a un franco la partida, con lo cual se ganaba el sustento cotidiano.

Sin embargo, convencido de que no iba a pertenecer a la élite mundial pese a sus esfuerzos y su pasión ajedrecística, volvió finalmente al arte, actividad en la que siguió marcando rumbos hasta su muerte, en 1968, a los ochenta y un años. De hecho algunos críticos renombrados lo consideran el padre del arte vanguardista del siglo XX.

La partida de ajedreza – Marcel Duchamp – 1910

Esta pintura de Marcel Duchamp, de 1910, se instala en un cierto expresionismo, no lejana a la paleta de Cezánne. El tema, no exento de humor, es la concentración que provoca el ajedrez entre los aficionados. Se ve claramente a dos mujeres postergadas en la atención de los varones por el juego, mientras una contempla en forma un tanto distante a los jugadores, la otra se desentiende y parece bastante aburrida.

Esta foto es muy famosa y ha sido replicada por muchos artistas y de distintas formas. La bella joven se llamaba Eve Babitz, a la sazón tenía 20 años, y no era una simple modelo o una de tantas mariposas que aleteaban en torno a los artistas de moda. Para muchos fue algo así como la musa de la vanguardia, tuvo aventuras con varios artistas y actores, los más famosos de su tiempo, y como escritora se transformó en una figura icónica de las letras femeninas del siglo, particularmente valorada por la generación Beatnik.

Eve Babitz jugando al ajedrez con Marcel Duchamp

¡De hecho la foto fue tomada a su iniciativa, como forma de castigar a su amante del momento, quien había tenido la osadía de presentarse a la exposición acompañado de su legítima esposa! Eve Babitz falleció el año pasado y es una de las figuras más interesantes de todos los artistas y personajes surgidos en la última década de libertad, los años sesenta, aunque el horizonte ya comenzaba a ensombrecerse con hechos como la guerra del Vietnam, por ejemplo.

Ajedrez Buenos Aires – Marcel Duchamp

Este es el “Ajedrez Buenos Aires” diseñado por el propio Duchamp como homenaje a la ciudad en la cual vivió casi un año, entre 1918 y 1919. Este ajedrez, tallado por el propio artista, se ha perdido.

El propio Duchamp desechaba la idea de darle trascendencia a los objetos cotidianos que creaba, aunque tanto este juego como el famoso orinal, también perdido, han sido objeto de innumerables reproducciones basadas en las fotografías de época.
El empeño de Marcel Duchamp, quien fuera llamado humorísticamente “Marcelo del Campo, el patafísico del ajedrez”, por el escritor Julio Cortázar, no se limitó al campo de las artes plásticas. Intentó componer una pieza musical cuyas notas se correspondían con jugadas de una partida de ajedrez. La idea fue de un grande de la música, John Cage.

Duchamp y otros artistas participaron del experimento, que se llevó a cabo en un teatro repleto, en Toronto, en 1968, en el marco de aquellas actividades artísticas que llamaban “happenings”. La partida musical la disputaron los propios ideólogos de la propuesta, Duchamp y Cage, y el maestro francés ganó fácilmente, sobre un tablero similar al que hoy en día se usa para trasmitir partidas, sólo que en vez de jugadas producía sonidos “musicales”. Los que quieran castigarse los oídos pueden encontrar fácilmente esta pieza con una búsqueda sencilla en Internet.

Y por ahora basta, porque tratar de compendiar la obra de Duchamp, por quien el autor de esta nota siente una admiración que excede largamente a la que le produce cualquier otro artista plástico del Siglo XX, es una tarea imposible, aún limitándose a su relación con el Ajedrez, pero espero que estas líneas permitan acceder a su obra a personas que no suelen frecuentar estos tópicos.

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